lunes, 31 de julio de 2017

Cultura general




Relato ganador en el XI Certamen de relatos cortos “Victoria Sendón”
Convocado por el Área de Servicios Sociales, Igualdad, Vivienda y Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Écija, a través del Centro Municipal de Información a la Mujer

Hace poco estuve en la sala de espera de la dentista y, por casualidad, cayó en mis manos una de estas revistas de cultura general que tratan temas de máximo interés, como el tipo de camisas que disimulan las cartucheras, las propiedades del pepino, las operaciones estéticas al alcance de todos, la dieta de moda o cómo combatir los efectos de la menopausia, la celulitis, la flacidez facial y otras delicias.

Dejar atrás el cerebro, enfrascarte en sus grandes fotografías, hipnotizarte ante la feminidad de sus mensajes y abandonarte sin más a la deriva de sus páginas es un ejercicio de desconexión que todos deberíamos practicar por lo menos una vez a la semana para poder sentir la lobotomía de sus bucles, maquillajes, trenzados y consejos variados.

El primer tema que tocaba la revista nada más empezar era el de una parte de la fisiología femenina que suele ser fruto de controversia: nuestras nalgas.
Cargamos con nuestro culo todo el año, pero en el mes de mayo es cuando más nos pesa y las revistas lo saben. Lo miramos, lo medimos, lo golpeamos, lo raspamos con un guante de crin siguiendo las instrucciones del papel couche. Alguna de nosotras es capaz hasta de darle descargas eléctricas (como se le hacía antiguamente a la gente loca) pincharlo, succionarlo y maltratarlo de mil maneras con tal de hacerlo desaparecer como dice la revista. Pero nuestro trasero, después de tanto tiempo, nos tiene mucho cariño y le cuesta despegarse, así que, una vez probadas todas las soluciones que propone la publicación, sólo nos quedan dos opciones: volverle la cara o aceptarlo tal cual es, como hacemos con los maridos.
Yo, personalmente, he optado por la segunda opción. He empezado a buscar las ventajas que puede tener parecerse a una Venus de Willendorf y padecer esteatopigia.

En primer lugar, siempre tenemos un asiento mullido, aunque nos sentemos sobre una piedra. También podemos ser la almohada de nuestros hijos a la hora de la siesta. Podemos acompañar nuestra canción favorita con percusión corporal (tocando el pandero) y alojar en nuestra hucha un millón de euros si los tuviéramos.
Por otra parte y continuando con la lectura de la sala de espera, en la misma revista, unas páginas más adelante, dice que existen estudios que aseguran una relación directa entre el tamaño de las posaderas, la salud y la inteligencia. De manera que se supone que tener unas buenas cachas ayuda a disfrutar de buena salud, previene el desarrollo de la diabetes y mantiene bajos los niveles de colesterol. Por lo visto, el omega 3 se acumula en las nalgas. Este ácido graso interviene en el desarrollo y el buen funcionamiento del cerebro y por eso somos más listas. El talento se manifiesta en forma de celulitis. El estudio también asegura que los hijos nacidos de madres con caderas más anchas son intelectualmente superiores a los hijos de madres de caderas estrechas y que esta teoría justifica la preferencia masculina por los culos voluminosos, que obedece a un instinto primario para asegurarse la evolución de la especie y no tanto a un deseo libidinoso.

Una vez leído el estudio, hice las paces con mis posaderas. Comprendí que cuando los albañiles me gritan desde la obra: “qué pedazo culo, morena”, en realidad se están fijando en mi capacidad intelectual, en la superioridad de mi estirpe y en mi capacidad para engendrar algún machote espartano y a la vez inteligente.
Por otra parte, pienso en las tendencias que surgen, sobre todo ahora en la época estival, y me pregunto cómo puede ser que una característica tan típicamente femenina, tan común y tan cotidiana como puede ser la acumulación de grasa en la retaguardia, no se haya puesto de moda todavía. Analicemos los fenómenos.

En la página 23 de la edición que os estoy comentando se hace referencia a un movimiento feminista que se llama sobaquember. Se trata de romper con los prejuicios sociales que consideran antiestético una mujer con las axilas sin depilar. Lo máximo no es dejarse el pelo de la sobaquera largo, sino que además hay que teñírselo con colores llamativos. La cosa es que Instagram ya está repleto de muchachas con las concavidades color naranja, rosa o violeta. Algunas se ponen los pelos de varios colores, como las mechas que le hacíamos con la cera Manley a las melenas de nuestros “pequeño pony” y a las Barbies viejas. Otras se lo ponen a conjunto con el color del cabello, incluso con el color del vello púbico. De forma que se colocan un pelucón verde pistacho, un manojito de algas con forma de hoja de parra y un scotch-brite bajo el brazo. Todo de lo más natural, por supuesto, actual y moderno. No como nuestro horrible culo.

Otra tendencia veraniega que lleva ya un tiempo circulando y que también aparece en “Cultura general”, concretamente en la página 32, consiste en el tampodka, que es empapar un tampax en vodka e introducirlo en el orificio vaginal para así provocar una borrachera inmediata. Yo no sé si de camino se te desatrancará la tubería, en caso de tenerla atascada, se te desinfectará el circulillo y se quedará una vacunada contra la sífilis; se exterminarán las ladillas, la candidiasis y otras venéreas de por vida, se te ensancharán las trompas de Falopio y hasta las de Eustaquio si me apuras. Eso ya no lo explicaba el reportaje.

También tenemos, en la página 40, el eyeballing, que es tomar chupitos de alcohol por los ojos. Así que una chavala moderna de hoy en día, si quiere estar totalmente “in”, lo que tiene que hacer es, en pleno mes de julio, dejarse crecer los vellos del sobaco, teñírselos de un color como rosa fucsia o azul eléctrico, irse de marcha con las amigas y, al llegar al bar, hacerse una infusión en el cubata con el propio tampón, verterse lo que le sobre por los ojos y, ya para terminar, enrollarse con un colega que acabe de conocer al que le vaya el tema del oculolinctus, que no es más que buscar el placer erótico lamiendo el globo ocular. Fuentes fidedignas aseguran que el oculolinctus proporciona una sensación tan agradable como un beso de tornillo, pero es mucho más innovador, dónde va a parar.

Lo que no cuentan los usuarios de esta costumbre es cómo puede ser que se conocieran en una fiesta universitaria y que acabaran vendiendo cupones en la esquina del bar en el que experimentaron ese amor a primera vista: “Mira qué cosa más tierna, dos cieguecitos que se han conocido en la ONCE y ahora son pareja”, pensamos todos. Qué malas pasadas nos juega a veces la lógica.

En cuanto a la moda de las pasarelas, véase la página 45, vivimos en una época de contrastes en la que puede pasar de todo. Por ejemplo, que lo que antes se consideraban “defectos”, ahora estén de moda. Primero fue la diastema (los dientes separados, con embajadoras que van desde Brigitte Bardot a Lara Stone pasando por Georgia May Jagger), después las cejas gruesas (la pionera fue Brooke Shields, y la reina de las cejas bold es hoy Cara Delevingne) Actualmente, le toca el turno a las orejas grandes y/o despegadas. Si hace unos años era uno de los motivos más comunes de complejos en la infancia y su corrección la cirugía estética más frecuente en menores de edad, el look Dumbo arrasa hoy sobre la pasarela y en las campañas de publicidad de las firmas de moda.

Lo último, sin embargo, en la página 47, es lo de Gwyneth Paltrow, que ha revelado que vaporiza su vagina para proporcionar una “liberación energética”. Por lo visto, te sientas en lo que es esencialmente un mini-trono, recuerdas los tiempos en los que dabas clases de gimnasia rítmica en el colegio, te relajas suavemente y una vaporeta  polti, en una combinación de infrarrojo con vapor y artemisa, limpia tu útero y equilibra tu vagina. “Si estás en la onda, tienes que hacerlo”, afirma la Paltrow. Habrá que pensárselo.

¿Dije “lo último”? Pues no, porque al pasar la página, la misma actriz continúa con un testimonio que le cambió la vida y que nos recomienda a todas para salir de nuestra monotonía, romper barreras y estar a la última en cuanto a tratamientos corporales se refiere: la hidroterapia de colon (prima hermana de la técnica descrita anteriormente)

Describe dos tipos: la primera y más natural consiste en ingerir laxantes de hierbas, polvos y cápsulas antiparasitarias, a la vez que te introduces un enema de hinojo y tomillo. Cuando las infusiones laxantes y el enema se crucen en el camino, se producirá el sortilegio mágico a través del cual liberarás tus toxinas, recobrarás tus energías positivas, cerrarás tu kundalini para siempre y se te pondrá el colon como una patena.

La segunda forma la practican en una clínica privada de Ibiza y la recomiendan igualmente Pocholo y la duquesita de Alba. Otra cosa que habrá que probar. Consiste en ingresar en la clínica y ser atendida por un especialista en terapia de colon. El especialista te seda un poquito, te tumba en pelotas en una camilla y te introduce por el orificio una máquina que bombeará agua hacia el interior de tu colon. Esa manguera luego sacará el agua que está en tu tracto intestinal de manera que te lavará hasta el último escondite de tu intestino grueso, delgado, medio y todo lo que haya entre tripa y tripa alojado. Este remedio te garantiza una pérdida de peso inmediata, pero lo más importante es que reestablecerá la conexión entre tu laringe y tu desembocadura. Vamos, que deberás tener cuidado si, una vez terminado el tratamiento, te da por jugar a eso de encestar un cacahuete en tu boca, no vaya a ser que te lo tragues y te aparezca por el desagüe de manera instantánea. Habrá que tenerlo en cuenta igualmente.

En fin, que andaba yo intentando asimilar los trucos para bajar el nivel de colesterol, para aumentar el tamaño de las pestañas, reducir la piel de naranja, eligiendo el color para las mechas de mi monte de Venus, pensando en un licor que no me dañase mucho el cristalino, buscando la forma de irrigarme el colon y vaporizarme la vagina en un dos por uno, lo típico, esperando encontrarme ya con la sección del horóscopo, cuando apareció de pronto ante mis ojos, rondando ya la página 50, un espacio que se titulaba Diseño de interiores. Sin embargo, no aparecían cortinas, distribución de muebles ni dormitorios infantiles por ninguna parte. Un poco extrañada por la fotografía de una mujer enseñando sus partes íntimas, me detuve algo más en la lectura: “El paso del tiempo modifica el aspecto de tu zona íntima. ¡Que no te mine la autoestima! La medicina estética genital llega en nuestra ayuda para rejuvenecer allí donde lo necesitas”.

Además de poder mejorar tu aspecto con una liposucción, un lifting o unas prótesis en las mamas, tú puedes ser mucho más bella y sentirte muchísimo mejor y más joven si te haces de camino una clitoplastia, una liposucción en el pubis, un blanqueamiento genital o un rejuvenecimiento vaginal.
Es totalmente comprensible, tras una dura jornada de trabajo, lidiar con el Mercadona, los tres niños y la familia política, que una llegue a su casa, se quite la faja, los tacones y el maquillaje, se siente donde pille y se ponga a mirarse los bajos, se deprima o se sienta acomplejada porque sus labios mayores son más grandes que los de su hermana o tenga el clítoris más desarrollado que el de su compañera de curro.
También puede ocurrir en otras ocasiones, que en vez de tumbarte en el sofá a ver una peli en estado zombi, te pongas a darle vueltas a la cabeza porque has acumulado grasa en el pubis, se te ha oscurecido el ano o tu capuchón clitoriano ya no es el que era. A mí me pasa constantemente, es totalmente normal.  Menos mal, que gracias a artículos como este, una se entera de que se le puede realizar una reconstrucción en el monte, un engrosamiento del punto g y se le puede aplicar un peeling químico en los labios menores. También pueden ponerte inyecciones de un ácido para eliminar la sudoración de tu vagina y hacerte, por decirlo de cualquier forma, un resurfacing genital, eliminando tu epitelio para renovar su aspecto con láser y terminar con un blanqueamiento de la zona con unos líquidos novísimos que ya los quisieran los del Vitaldent para ellos. En definitiva, lo que viene a ser lo mismo que ponerte todo lo de delante como una hojaldrina y todo lo de atrás como un rosco de vino, pero en plan fino.

Tras leer toda la información, me he quedado mucho más tranquila, porque con la pereza que da mover los muebles, ponerse a redecorar las habitaciones o cambiarle la funda al sofá, meterse en un quirófano, que te propinen un chute de anestesia general y te reestructuren el conejo, la verdad es que suena hasta menos estresante de lo que yo me esperaba.

Una vez procesados todos los datos y digerido lo que significa que yo me tenga que sentir acomplejada, desanimada y con la autoestima baja por tener el mejillón oscurecido, el diámetro del ojete unos milímetros más ancho que la media europea, el totete gordito y los labios mayores asimétricos respecto a los menores, me puse a pensar si este tipo de cirugía existiría también en el género masculino.

No sé. Lo mismo ellos, en un arrebato de envidia mítica a la raza que se lleva la palma sexualmente, corrían a ennegrecerse el pene químicamente. Quizás es más frecuente de lo que yo pienso que los varones comparen su circunferencia trasera en los vestuarios del gimnasio para ver quién la tiene más grande, como se rumorea que hacen con otras partes de su cuerpo. Quizás, de vez en cuando, se sienten hundidos porque su escroto está acumulando grasa o se vienen abajo si a su glande le sale alguna estría o la fuerza de la gravedad atrae con todas sus fuerzas a uno de los inseparables y al otro no. Podría ser que ellos recurriesen a las inyecciones de ácido hialurónico para rejuvenecer el aspecto y otorgarle más frescura y movimiento a su pene, o que se insertasen colágeno en las partes colgantes para tensar el tejido y así poder conciliar el sueño y recuperar su vida normal, la de antes, cuando todo estaba en su sitio y el mundo genital era perfecto.

De modo que he soltado la revista y he cogido el móvil. Me he puesto a investigar sobre el tipo de tratamientos que los cirujanos ofrecían a los varones para la redecoración y el adecentamiento de sus espacios interiores. Y he aquí lo encontrado:
Primera opción: alargar el pene
Segunda opción: engrosar el pene
Tercera opción: alargar y engrosar el pene

En resumen, una mujer en boga puede anidar en las axilas dos estropajos de scotch-brite si le da la gana, paliar los efectos de la menstruación con vodka intrauterino, irse de chupitos oculares hasta que se le desprenda la córnea, liarse con un emo al que le ponga chuparle las pupilas, tener las paletas una aquí y otra en Pekín, las cejas como Bibi Andersen en sus buenos tiempos y las orejas como Pepe Soplillo, vaporizarse la vagina, irrigarse el colon, blanquearse el ano y recogerse los labios mayores en forma de tirabuzón si le apetece, pero no puede tener celulitis, porque eso está totalmente “out”.  Tampoco puede dejar de medirse ni el triángulo ni el círculo, no vaya a ser que estén desparejados, asimétricos, ennegrecidos o vete tú a saber qué. Ya sabéis todas que lo importante está en el interior. Así que a practicar la introspección se ha dicho.

Yo tenía pensado escribir aquí una conclusión, alguna frase especial que comparase las mil y una opciones que tenemos nosotras con las tres operaciones básicas de ellos. Pero, la verdad, no me siento con fuerzas para romper el mito de lo complicadas que somos las mujeres. Si a alguien se le ocurre algo, que lo escriba aquí sin compromiso ninguno. Mientras tanto, un abrazo a todas, independientemente de la medida, grosor, caída y orientación de vuestro clítoris.

P.D.
Y si alguna tiene mano en “Cultura general”, cuando pueda, que dedique alguna letra a las pechugas, a las lorzas, a los michelines (love handles en inglés), al funcionamiento del cuerpo humano, a las cachas, al parto, a la amistad y al amor.  También se admiten temas como las maestras de la República, las mujeres de la generación del 27, las tertulias de Doña Frasquita, las que tuvieron que hacerse pasar por hombres para poder estudiar, como Concepción Arenal,  las del voto, las políticas, las pintoras, las que se cansaron del sí de las niñas, las que se empezaron a poner pantalones y se sacaron el carné de conducir, también valen las directoras de orquesta y sus dolencias, las conductoras de autobús, las científicas, las madres de familia, las buenas estudiantes, las que han tenido que irse a Alemania y, como no, las que preferimos el pescaíto frito y el tinto de verano antes que la crema anticelulítica, que, como suele decirse, también somos hijas de Dios.
Os dejo, que me toca entrar ya en la consulta.
Almudena Ocaña Arias
Écija, 8 de marzo de 2017


Constelaciones familiares


Tengo una prima que estudió un ciclo formativo de animación sociocultural por la UNED. Posteriormente, se diplomó en reiki, montó una consulta de quiromasaje y ahora se dedica a organizar constelaciones familiares en una habitación de su casa que ha adornado con lámparas de papel y telas traídas de la India.

Yo, a veces, le pregunto qué es eso de ser diplomada en reiki. Ella me contesta que eso es que tiene un diploma y punto en boca. Así que me callo, porque yo también soy diplomada en mindfulness y sé lo que me hago.

Mi prima dice que a la gente hay que darle lo que necesita para que te vaya bien un negocio. En un cursillo del INEM que hizo sobre emprendimiento, le explicaron todo lo de la oferta y la demanda y, desde entonces, está que no caga con el tema.
Ella, en aquel entonces, analizó las necesidades de su entorno centrándose en su barrio y se dio cuenta de que las vecinas querían dejar de sufrir, de preocuparse, dejar de cargar con culpas que no son suyas, comprarse un cartucho de papas fritas y un litro de cerveza y no tener nada que ver con nadie.

Algunas de las amigas de mi tía, conseguían este estado de bienestar gracias a marcas de relajantes musculares y ansiolíticos que no puedo nombrar por eso de no hacer publicidad, pero que, como todos sabemos, acaban en -idal, -xatin,
 -mazin o en -lium. Otras amigas, sin embargo, ya habían dejado de encontrarse en este estado porque el médico pensaba que se estaban enganchando y se había negado a extenderles la receta. Hay que ser -brón.

Mi prima se enteró de que un taller de constelaciones familiares es un taller de descubrimiento y liberación, que permite entender y desatar los patrones de la vida que nos hacen sufrir, descubrir y eliminar lo que limita nuestra realización.
A ella le fascinó la idea y pensó que era justo la consulta que el barrio necesitaba.
La vecina de arriba ya había puesto en una ocasión un gabinete de leer el tarot y al principio le iba estupendamente, pero luego, las clientas se cansaron de que siempre les dijera lo mismo. Se les acabó el tema de conversación y tuvo que echar el cerrojo.

En la misma calle, también montaron otro local de iridiología. La tía colgó en la puerta un panel en el que se veía el iris a nivel microscópico y daba tanto yuyu como la escena del ojo de Buñuel. Ella decía que había que dividir el iris en las zonas que corresponden a las partes específicas del cuerpo humano, y ver los ojos como las ventanas del estado de salud del cuerpo. Más tarde, se enteró de que la reflexología podal era algo parecido, así que, por el mismo precio, te analizaba la mirada y te daba un masajito en los pies. Un pelotazo.

El problemón le vino cuando acudió a la consulta una señora mayor que estaba recién operada de cataratas. La diplomada en iridiología le abrió tanto los ojos para analizárselos, que se le estalló la herida a la pobre mujer. Como le empezaron a escocer los ojos, no se le ocurrió otra cosa que soplarle varias veces como si le hubiera entrado un cuerpo extraño. Se supone que, al hacer esto, se le escapó una salivilla que fue a parar a la herida abierta. Así que le provocó una infección que por poco consigue que la señora acabara ingresada en la clínica Barraquer. Todo el entorno se enteró de lo ocurrido y la muchacha tuvo que quedarse solamente con lo de los pies, porque ya no se fiaban de ella.
Visto lo visto y una vez analizado el sector comercial de la realidad del contexto, mi prima se volcó con lo de las constelaciones familiares porque pensó que podía ser un buen negocio. Algo muy nuevo, muy moderno y que podía darle al barrio un toque alternativo cuántico y perfecto.
Parece ser que en una sesión de constelación familiar participan dos personas, el constelador/a (mi prima) y el constelado/a (el cliente). Los demás miembros de la familia del constelado son representados, bien por muñecos como playmobiles, geypermanes, barbies o barriguitas (lo que haya más a la mano), si la sesión es individual; bien por otras personas que actúan como representantes, si es grupal. En este caso no es necesario un contacto previo entre estas personas; la dramatización familiar la puede poner en práctica cualquiera sin ser actor ni nada.
Durante la sesión, el constelador/a actúa primero como observador externo y más adelante como participante directo, ocupando un lugar en la representación. A través de esta técnica, se consigue una recreación total de los patrones familiares, analizando la herencia de pensamiento que se ha producido sobre el constelado y la carga inconsciente que este lleva.
Mi prima, una vez que se empolló toda la teoría, preparó la habitación con velas aromáticas y música new age de Enya. Metió en una bolsa de plástico los playmobiles viejos de mi primo y pensó cuál podría representar al padre, a la madre, la abuela, el niño…Todo controlado. Colocó en la puerta un póster que parecía de la guerra de las galaxias y se puso manos a la obra.
La primera clienta que llamó por teléfono no quería muñecos. Prefería una sesión grupal con representantes de verdad. Mi prima, por quedar bien y por el ansia de iniciar el negocio, le dijo que sí a todo.
Los representantes no éramos más que ella misma, mi primo, mi tía, mi padre y yo. Lo que se hace por la familia.
Quedamos en el bar de enfrente para preparar el teatro antes de que llegara la clienta. Repartíamos los papeles y nos informábamos de quién era la chica que iba a venir a la consulta. El café era una porquería, todo hay que decirlo.
Faltaban quince minutos para comenzar la función.
El café me revolvió las tripas. Tuve que salir pitando para el baño del bar. El váter estaba tan asqueroso como el café que estaba actuando en mí tal como un desatascador de cañerías.
Como pude, me levanté la falda, sujeté el bolso con la boca, me aproximé a la taza intentando no tocar nada. Mientras, empujaba la puerta con la frente para que nadie entrase en el habitáculo y, de esta guisa, me fui de varetas ipso facto.
En este preciso momento, otra, que también iba con urgencia, intentaba abrirme la puerta. Golpeaba con los nudillos y me aporreaba en la frente intermitentemente cada vez que entreabría y entrecerraba la puerta.
Yo, como tenía el bolso en la boca, le decía: ya voy. Pero no sé si ella lo entendía. Sonaba algo parecido a pa poy.
Ella, desde fuera, vociferaba: ¿qué dices?, venga ya que me meo, haber cerrado el pestillo.
Yo contestaba: pe noay petiyo, coñoooooooo.
Me manché las bragas con la bulla, me di un pellizco con el grifo y por poco me mato allí mismo por culpa de la descerebrada que estaba al otro lado.
Cuando abrí la puerta, pensé que los toros de los sanfermines se quedaban en pañales ante mi embestida. Miré a la recalcitrante con los ojos inyectados en sangre. La Pili. No me lo podía creer.
La Pili había tenido un rollo con mi novio antes de que yo saliera con él. Nosotras nunca habíamos mediado palabra, pero yo no la podía ni ver. Así que, rebosando indignación, di un portazo diciendo: la cisterna no funciona, que lo sepas. Era mentira. Le dejé todo lo mío ahí bien visible y extendido porque me dio la gana, como premio por el ratito que me había hecho pasar.
Me dirigí hacia la consulta con premura, porque con el episodio del bar se me había hecho tarde.
Allí ya estaban todos dispuestos. Me habían asignado el papel de madre de la constelada. De modo que mi prima, sin rechistar, me colocó un delantal nada más entrar y me dijo que empezábamos ya pero ya. A todo esto, que entra la Pili en escena queriendo resolver los conflictos que tenía con su familia desde hacía años.
Mi prima, ejerciendo de hermana, la abraza y la anima con ternura. Mi padre, convertido en el padre de la Pili ante mis ojos, le da la mano y la acompaña. La Pili se muestra mansa y agradable. Yo miro los bajos de mi falda llenos de meado y un churrete que se me había quedado en el brazo. Comienzo a hiperventilar sintiendo que me entra de súbito una especie de preeclampsia.
Sin poder evitarlo, me dirijo hacia la Pili como una apisonadora. ¿Conflictos familiares? (Le grito arrancándola de la mano de mi propio padre) Y una mierda es lo que tú tienes, so cabrona. Y en esto que le zampo dos bofetadas, una del derecho y otra del revés.
Me quito el delantal de muy malas maneras y salgo de la consulta dejando allí a todos los representantes con la boca abierta.
Al día siguiente, mi prima me dijo que la Pili se había ido de la consulta encantada de la vida. Se había hartado de llorar y de decir que se merecía las dos hostias que le había dado su madre. Que había pedido cita para la semana que viene y que contaba conmigo para la siguiente sesión.
Yo le comenté a mi prima que había conocido a una médica muy alternativa. Esta mujer practicaba la regresión in vitro, que consistía en inducirte un estado de cuasi coma con la ayuda de la hipnosis y de un poco de anestesia que cogía a escondidas del hospital en el que trabajaba. Una vez que el paciente se encontraba en este cuadro, era capaz de observar con más claridad los problemas que le atormentaban y dilucidar nuevas soluciones a los mismos.
Mi prima se volvió a emocionar con esta nueva técnica. Me dijo que la podíamos experimentar con la Pili, que se mostraba muy entregada. Yo le dije que el rollo de la hipnosis era pan comido, pero que lo de sacar la anestesia del hospital, ya lo veía más complicado.
Ella se acordó de una vez que estuvimos las dos en coma durante un día entero por culpa de una apuesta que hicimos con el Seba, mi novio. Así que todo solucionado. 
-Llégate a por dos botellas de JB, que yo me encargo del hielo y la cocacola.
-Marchando. Llama tú a la Pili y dile que le vamos a ampliar la constelación familiar con una regresión in vitro que se va a cagar en las bragas.
La consulta va viento en popa. La Pili acude a la terapia dos veces por semana y nos hemos hecho íntimas. La que echaba el tarot y la exdiplomada en iridiología forman parte del elenco de representantes. Las vecinas andan mucho más alegres por el barrio desde que nosotras las tratamos en sesiones grupales, por supuesto.

Ahora la consulta comienza con Enya, pero continúa con el Y tú de quién eres y finaliza con el Paquito el chocolatero. Lo que yo te digo: un pelotazo.