lunes, 31 de julio de 2017

Constelaciones familiares


Tengo una prima que estudió un ciclo formativo de animación sociocultural por la UNED. Posteriormente, se diplomó en reiki, montó una consulta de quiromasaje y ahora se dedica a organizar constelaciones familiares en una habitación de su casa que ha adornado con lámparas de papel y telas traídas de la India.

Yo, a veces, le pregunto qué es eso de ser diplomada en reiki. Ella me contesta que eso es que tiene un diploma y punto en boca. Así que me callo, porque yo también soy diplomada en mindfulness y sé lo que me hago.

Mi prima dice que a la gente hay que darle lo que necesita para que te vaya bien un negocio. En un cursillo del INEM que hizo sobre emprendimiento, le explicaron todo lo de la oferta y la demanda y, desde entonces, está que no caga con el tema.
Ella, en aquel entonces, analizó las necesidades de su entorno centrándose en su barrio y se dio cuenta de que las vecinas querían dejar de sufrir, de preocuparse, dejar de cargar con culpas que no son suyas, comprarse un cartucho de papas fritas y un litro de cerveza y no tener nada que ver con nadie.

Algunas de las amigas de mi tía, conseguían este estado de bienestar gracias a marcas de relajantes musculares y ansiolíticos que no puedo nombrar por eso de no hacer publicidad, pero que, como todos sabemos, acaban en -idal, -xatin,
 -mazin o en -lium. Otras amigas, sin embargo, ya habían dejado de encontrarse en este estado porque el médico pensaba que se estaban enganchando y se había negado a extenderles la receta. Hay que ser -brón.

Mi prima se enteró de que un taller de constelaciones familiares es un taller de descubrimiento y liberación, que permite entender y desatar los patrones de la vida que nos hacen sufrir, descubrir y eliminar lo que limita nuestra realización.
A ella le fascinó la idea y pensó que era justo la consulta que el barrio necesitaba.
La vecina de arriba ya había puesto en una ocasión un gabinete de leer el tarot y al principio le iba estupendamente, pero luego, las clientas se cansaron de que siempre les dijera lo mismo. Se les acabó el tema de conversación y tuvo que echar el cerrojo.

En la misma calle, también montaron otro local de iridiología. La tía colgó en la puerta un panel en el que se veía el iris a nivel microscópico y daba tanto yuyu como la escena del ojo de Buñuel. Ella decía que había que dividir el iris en las zonas que corresponden a las partes específicas del cuerpo humano, y ver los ojos como las ventanas del estado de salud del cuerpo. Más tarde, se enteró de que la reflexología podal era algo parecido, así que, por el mismo precio, te analizaba la mirada y te daba un masajito en los pies. Un pelotazo.

El problemón le vino cuando acudió a la consulta una señora mayor que estaba recién operada de cataratas. La diplomada en iridiología le abrió tanto los ojos para analizárselos, que se le estalló la herida a la pobre mujer. Como le empezaron a escocer los ojos, no se le ocurrió otra cosa que soplarle varias veces como si le hubiera entrado un cuerpo extraño. Se supone que, al hacer esto, se le escapó una salivilla que fue a parar a la herida abierta. Así que le provocó una infección que por poco consigue que la señora acabara ingresada en la clínica Barraquer. Todo el entorno se enteró de lo ocurrido y la muchacha tuvo que quedarse solamente con lo de los pies, porque ya no se fiaban de ella.
Visto lo visto y una vez analizado el sector comercial de la realidad del contexto, mi prima se volcó con lo de las constelaciones familiares porque pensó que podía ser un buen negocio. Algo muy nuevo, muy moderno y que podía darle al barrio un toque alternativo cuántico y perfecto.
Parece ser que en una sesión de constelación familiar participan dos personas, el constelador/a (mi prima) y el constelado/a (el cliente). Los demás miembros de la familia del constelado son representados, bien por muñecos como playmobiles, geypermanes, barbies o barriguitas (lo que haya más a la mano), si la sesión es individual; bien por otras personas que actúan como representantes, si es grupal. En este caso no es necesario un contacto previo entre estas personas; la dramatización familiar la puede poner en práctica cualquiera sin ser actor ni nada.
Durante la sesión, el constelador/a actúa primero como observador externo y más adelante como participante directo, ocupando un lugar en la representación. A través de esta técnica, se consigue una recreación total de los patrones familiares, analizando la herencia de pensamiento que se ha producido sobre el constelado y la carga inconsciente que este lleva.
Mi prima, una vez que se empolló toda la teoría, preparó la habitación con velas aromáticas y música new age de Enya. Metió en una bolsa de plástico los playmobiles viejos de mi primo y pensó cuál podría representar al padre, a la madre, la abuela, el niño…Todo controlado. Colocó en la puerta un póster que parecía de la guerra de las galaxias y se puso manos a la obra.
La primera clienta que llamó por teléfono no quería muñecos. Prefería una sesión grupal con representantes de verdad. Mi prima, por quedar bien y por el ansia de iniciar el negocio, le dijo que sí a todo.
Los representantes no éramos más que ella misma, mi primo, mi tía, mi padre y yo. Lo que se hace por la familia.
Quedamos en el bar de enfrente para preparar el teatro antes de que llegara la clienta. Repartíamos los papeles y nos informábamos de quién era la chica que iba a venir a la consulta. El café era una porquería, todo hay que decirlo.
Faltaban quince minutos para comenzar la función.
El café me revolvió las tripas. Tuve que salir pitando para el baño del bar. El váter estaba tan asqueroso como el café que estaba actuando en mí tal como un desatascador de cañerías.
Como pude, me levanté la falda, sujeté el bolso con la boca, me aproximé a la taza intentando no tocar nada. Mientras, empujaba la puerta con la frente para que nadie entrase en el habitáculo y, de esta guisa, me fui de varetas ipso facto.
En este preciso momento, otra, que también iba con urgencia, intentaba abrirme la puerta. Golpeaba con los nudillos y me aporreaba en la frente intermitentemente cada vez que entreabría y entrecerraba la puerta.
Yo, como tenía el bolso en la boca, le decía: ya voy. Pero no sé si ella lo entendía. Sonaba algo parecido a pa poy.
Ella, desde fuera, vociferaba: ¿qué dices?, venga ya que me meo, haber cerrado el pestillo.
Yo contestaba: pe noay petiyo, coñoooooooo.
Me manché las bragas con la bulla, me di un pellizco con el grifo y por poco me mato allí mismo por culpa de la descerebrada que estaba al otro lado.
Cuando abrí la puerta, pensé que los toros de los sanfermines se quedaban en pañales ante mi embestida. Miré a la recalcitrante con los ojos inyectados en sangre. La Pili. No me lo podía creer.
La Pili había tenido un rollo con mi novio antes de que yo saliera con él. Nosotras nunca habíamos mediado palabra, pero yo no la podía ni ver. Así que, rebosando indignación, di un portazo diciendo: la cisterna no funciona, que lo sepas. Era mentira. Le dejé todo lo mío ahí bien visible y extendido porque me dio la gana, como premio por el ratito que me había hecho pasar.
Me dirigí hacia la consulta con premura, porque con el episodio del bar se me había hecho tarde.
Allí ya estaban todos dispuestos. Me habían asignado el papel de madre de la constelada. De modo que mi prima, sin rechistar, me colocó un delantal nada más entrar y me dijo que empezábamos ya pero ya. A todo esto, que entra la Pili en escena queriendo resolver los conflictos que tenía con su familia desde hacía años.
Mi prima, ejerciendo de hermana, la abraza y la anima con ternura. Mi padre, convertido en el padre de la Pili ante mis ojos, le da la mano y la acompaña. La Pili se muestra mansa y agradable. Yo miro los bajos de mi falda llenos de meado y un churrete que se me había quedado en el brazo. Comienzo a hiperventilar sintiendo que me entra de súbito una especie de preeclampsia.
Sin poder evitarlo, me dirijo hacia la Pili como una apisonadora. ¿Conflictos familiares? (Le grito arrancándola de la mano de mi propio padre) Y una mierda es lo que tú tienes, so cabrona. Y en esto que le zampo dos bofetadas, una del derecho y otra del revés.
Me quito el delantal de muy malas maneras y salgo de la consulta dejando allí a todos los representantes con la boca abierta.
Al día siguiente, mi prima me dijo que la Pili se había ido de la consulta encantada de la vida. Se había hartado de llorar y de decir que se merecía las dos hostias que le había dado su madre. Que había pedido cita para la semana que viene y que contaba conmigo para la siguiente sesión.
Yo le comenté a mi prima que había conocido a una médica muy alternativa. Esta mujer practicaba la regresión in vitro, que consistía en inducirte un estado de cuasi coma con la ayuda de la hipnosis y de un poco de anestesia que cogía a escondidas del hospital en el que trabajaba. Una vez que el paciente se encontraba en este cuadro, era capaz de observar con más claridad los problemas que le atormentaban y dilucidar nuevas soluciones a los mismos.
Mi prima se volvió a emocionar con esta nueva técnica. Me dijo que la podíamos experimentar con la Pili, que se mostraba muy entregada. Yo le dije que el rollo de la hipnosis era pan comido, pero que lo de sacar la anestesia del hospital, ya lo veía más complicado.
Ella se acordó de una vez que estuvimos las dos en coma durante un día entero por culpa de una apuesta que hicimos con el Seba, mi novio. Así que todo solucionado. 
-Llégate a por dos botellas de JB, que yo me encargo del hielo y la cocacola.
-Marchando. Llama tú a la Pili y dile que le vamos a ampliar la constelación familiar con una regresión in vitro que se va a cagar en las bragas.
La consulta va viento en popa. La Pili acude a la terapia dos veces por semana y nos hemos hecho íntimas. La que echaba el tarot y la exdiplomada en iridiología forman parte del elenco de representantes. Las vecinas andan mucho más alegres por el barrio desde que nosotras las tratamos en sesiones grupales, por supuesto.

Ahora la consulta comienza con Enya, pero continúa con el Y tú de quién eres y finaliza con el Paquito el chocolatero. Lo que yo te digo: un pelotazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario